7.10.06

Informe sobre monstruos.

Todos sabemos que en el mundo estamos nosotros y los monstruos. De la existencia de estos seres, generalmente grandes, huraños, agresivos, feos… nos anotician todos los grupos humanos que a su turno fueron habitando las distintas épocas y los diversos lugares del planeta. A continuación, este informe narrará sobre tres monstruos que fueron aniquilados:

•GRENDEL: en el siglo V, el rey danés Hrothgar vivía en su fortaleza ubicada en la isla de Seeland (Zelandia), al este de Dinamarca. En los pantanos de la zona tenía su guarida un poderoso y monstruoso demonio que odiaba, como a ninguna otra cosa, el regocijo y la felicidad ajenos. Sin tener noticia de su espantoso vecino ni de las causas de sus enojos, Hrothgar amplió su fuerte construyendo un nuevo salón para sus festines.

Comenzaron a sucederse noches de música y baile, haciendo que la ira de Grendel fuera incontenible. Y una noche, después que el cansancio aconsejara el final de la fiesta, el monstruo entró en el salón, hallando un montón de personas que dormían en el suelo. Tomó por la fuerza a treinta de ellas y las llevó a su morada para devorarlas. Al resultarle sabrosa la carne humana, invadió otra vez el salón la noche siguiente para después hacerlos todas las noches, hasta que quedaron muy pocas personas vivas junto al rey y ya no hubo más fiestas en el nuevo salón.

Pero llegó un día en que el gran guerrero Beowulf pidió hablar con Hrothgar y se jactó de que podía matar a Grendel. Entonces el salón volvió a abrigar una estruendosa fiesta, celebrada para atraer al monstruo. A su llegada, el héroe guerrero lo enfrentó y lucharon despiadadamente. Cuando Beowulf consiguió arrancarle un brazo, su gigantesco adversario huyó, fatalmente herido, para encontrarse con la muerte en los pantanos.

•GUSANO DE LAMBTON: un domingo, el joven John Lambton, heredero del Castillo Lambton, decidió cambiar su obligación de oír misa por una incursión de pesca al río Wear. Como si de una advertencia se tratase, pescó un horripilante gusano que, sin acobardarse por su escasa longitud, lo atacaba como si quisiese comérselo. John apartaba al gusano con patadas y logró liberarse de él al hacerlo caer en un profundo pozo que encontró en las cercanías.

Con prontitud olvidó el incidente; y compromisos con la nobleza hicieron que tuviera que vivir siete años en la corte de un rey extranjero. Cuando Lambton regresó a su castillo, la primer noticia que recibió de sus vasallos fue: “de un pozo cercano al río Wear ha salido un gigantesco gusano que durante el día duerme bajo las aguas, pero en las noches repta por la tierra asolando los campos y matando gente y ganado, siendo su mejor método asesino el enroscarse alrededor de su víctima y apretarlo hasta no permitirle respirar”. También le informaron que algunos habían intentado matarlo cortándolo con espadas y hachas, pero los pedazos del monstruo volvían a unirse muy rápidamente.

Decidido a terminar con la amenaza del gusano, John ordenó a sus herreros la construcción de una armadura de cuerpo completo guarnecida, como un puerco espín, de innumerables hojas de daga con filo de navaja. Esperó un día en que las aguas del Wear se presentaran tumultuosas, y con su flamante armadura y su espada se metió en el río e increpó al monstruo. Cuando este se enroscó para asfixiar a Lambton, los afilados pinchos lo cortaron en infinitas rodajas que la agitada corriente se encargó de separar para siempre.

•SERPIENTE DEL MONONGAHELA: en 1852, los balleneros “Monongahela” y “Rebecca Sims” navegaban juntos por el Pacífico, más o menos cerca del paralelo del Ecuador y no muy lejos de las costas americanas. Un vigía anunció la aparición de una ballena a proa, y el Capitán Seabury hizo bajar tres botes con los arponeros encargados de capturarla. Cuando los marineros estaban a poca distancia de su presa, comprobaron que se trataba de algo mucho más fiero y bravío que una ballena. La extraña criatura fue muerta e izada a bordo del Monongahela. Como el enorme tamaño dificultaba el transporte, el capitán decidió conservar en salmuera sólo su cabeza. La extraordinaria captura decidió a los balleneros a regresar a New Bedford, lugar de donde habían partido. Pero el Monongahela jamás llegó a ningún puerto y nunca se encontraron los restos ni los motivos de su naufragio. Ya en tierra firme, el capitán del Rebecca Sims describió al monstruo como “una serpiente de color marrón grisáceo de, por lo menos, cincuenta metros de largo, y con una enorme boca en la cual se veían docenas de dientes curvos y afilados”.

Pero también hay monstruos vivos, con quienes podemos enfrentarnos en cualquier momento:

•MONSTRUO DEL LAGO NESS: el lago Ness, situado en las tierras altas (highlands) de Escocia, es uno de los varios de la región que pretenden tener su propio monstruo.

Las primeras referencias escritas sobre la extraña criatura del Ness se encuentran en el diario de San Columba (un misionero inglés que en el año 565 andaba por Escocia), donde consta la presencia del santo en los funerales de un hombre que murió, mientras nadaba, al ser mordido por una colosal bestia del lago.

En 1880, el buzo Duncan Mc Donald se sumergió para explorar un barco hundido. Cuando alcanzó los restos del naufragio hizo llegar, a quienes lo asistían desde la superficie, frenéticas y desesperadas señales para que lo izaran a bordo. Salió de su escafandra temblando de terror; y aseguró haber visto, yaciendo en una roca, un enorme animal con el aspecto de una rana gigantesca.

Desde 1933 hasta hoy, más de tres mil son las personas que dijeron haber visto al monstruo, y se registraron asombrosas coincidencias en sus relatos: un largo cuello, una cabeza pequeña en relación al cuerpo, aletas de dos metros (aproximadamente) con forma de rombo, jorobas poco pronunciadas en su lomo.

A los interesados en fotografiar al monstruo se les indica el lugar que ha demostrado ser el punto de observación más popular: las ruinas del Castillo Urquahart, que está hacia la mitad de la orilla norte del lago.

•GLAISTIG: es una auténtica hembra-vampiro, oriunda de Escocia, que seduce a los hombres con el único propósito de beber su sangre. Tiene la apariencia de una bellísima mujer, hasta la cintura; y esconde sus peludas piernas de cabra con largas polleras que le llegan hasta el suelo. Es malévola y perversa sólo con los hombres jóvenes y adultos. Con los niños y los ancianos se comporta amable y bondadosamente, y tiene la costumbre de guiarlos en los caminos si se encuentran perdidos. Con las mujeres es totalmente indiferente.

•FACHAN: este monstruo es el más horrible habitante de la isla de Irlanda. Tiene una estatura cercana a los cinco metros y siempre va armado con un enorme garrote con púas envenenadas. De su torso se desprenden dos únicas extremidades: una pierna, y un brazo que nace en la mitad del pecho. Al carecer de cuello, su cabeza está unida directamente al tronco, siendo tan ancha como éste. Tiene un solo ojo y una enorme boca de labios muy gruesos. A pesar de sus dos orejas largas y puntiagudas, su capacidad auditiva es poco desarrollada. Todo su cuerpo está cubierto por pelos duros como alambre de acero. Son varios los cazadores del norte de Irlanda que dan testimonio de su existencia.

Y no todos están tan alejados. Hay algunos que viven muy cerca nuestro:

•LUCUMARÍ: en la localidad de Palpalá, distante unos treinta o cuarenta kilómetros al sudeste de San Salvador de Jujuy, se encuentra la Mina 9 de Octubre. Hace más de medio siglo, Fabricaciones Militares construyó un barrio en la cima de un cerro, destinado a los trabajadores del hierro. Y lo hicieron con cine, restaurante, cancha de tenis y pileta. Hoy está todo abandonado y el lugar se transformó en un auténtico pueblo fantasma. Quien visite esta deshabitada población corre el riesgo de enfrentarse con el Lucumarí, que es el ermitaño que se postula al título de mejor Yeti Argentino.

•CUARAJHY-YARA: es un demonio guaraní y su nombre se traduce literalmente como “dueño del Sol”. También es llamado Pyragüé, por la tonalidad rojiza de sus cabellos. Se lo representa como un hombre alto, de pelo colorado y cuyos pies, cubiertos de plumas, hacen pasos silenciosos. Tiene la virtud de poder transformarse en ave.

•CURUPÍ: enano correntino cobrizo y robusto capaz de estrangular al hombre más fuerte con sus manos poderosas, pero con el cuerpo constituido por una sola pieza sin articulaciones, y con los pies dirigidos hacia atrás. Es feo y malo y tiene la costumbre de comerse a la gente.

•POMBERO: es un demonio de perversos instintos protector del bosque y de la fauna. Su presencia se reconoce por un silbido estridente que rompe el silencio de los bosques y que horroriza hasta a los más aguerridos cazadores de la Mesopotamia argentina. En algunas regiones se lo conoce bajo el nombre de Caá-porá.

Y también hay monstruos incorpóreos, que para manifestarse ante la gente roban la existencia de una persona, es decir que se apoderan de su cuerpo (deformándolo desagradablemente) y, lo que resulta peor aún, sustituyen su conciencia por otra que le hace comportarse monstruosamente. Este fenómeno puede suceder en cierto lugar de Argentina:

•SIERRA GRANDE: a ciento cuarenta kilómetros de Puerto Madryn hay unas minas que fueron abandonadas hace más de una década y que se transformaron en una atracción turística cuando uno de los trabajadores decidió quedarse para explotarlas comercialmente con el lema “Viaje al Centro de la Tierra”. Esa misma persona es quien va conduciendo al grupo de carritos que se meten hasta cien metros bajo tierra. Hay partes del recorrido que se hacen a pie, y quienes lo hagan no deberán mirar jamás las piernas de quien va delante suyo, porque si tiene patas de gallo, quiere decir que es el Diablo y que no saldrán nunca más de ese pozo.

Para terminar con el limitado catálogo de casos particulares, este informe advertirá sobre las singularidades y propiedades de un popularísimo personaje argentino que va alterando sus apariencias de buen ciudadano y mejor monstruo:

•LOBISÓN: es el séptimo hijo varón de un matrimonio que no haya tenido hijas mujeres. Todos los viernes, a medianoche, se transforma en lobo y sale a destrozar cosas y a matar gente y animales. Ante el nacimiento de un candidato a Lobisón, existe un procedimiento para quebrar el maleficio: durante el bautismo, el niño debe estar en brazos de su hermano mayor y debe nombrárselo “Benito”.

La séptima hija mujer de un matrimonio que no haya tenido hijos varones nace bruja y no se conoce conjuro alguno para alterar ese destino.

Hay casos similares a los mencionados. Se hará referencia a ellos con la sola finalidad de reconocer mejor a un Lobisón, ya que los siguientes seres no son precisamente monstruos:

•Si el séptimo hijo varón, sin hermanas mujeres, tiene una cruz marcada en el paladar, no será Lobisón sino “Saludador”. Tendrá la extraordinaria facultad de curar enfermedades y de hacer amainar tormentas.

•Hombresón: si una perra tiene siete cachorritos, y ninguno de ellos nace hembrita, el séptimo, todos los viernes a la medianoche, se transformará en hombre.

Es de destacar que a medida que la Historia transcurría, los monstruos fueron cambiando sus hábitats. Los antiguos griegos eran excelentes marinos y exploraron las tierras europeas, asiáticas y africanas cercanas al Mediterráneo. Sus testimonios aseguraban que más allá de las regiones por ellos conocidas, en esas zonas inexploradas, moraban monstruos. Mucho tiempo más adelante, cuando llegaron a conocerse todos los territorios del planeta gracias a más desarrollados medios de transporte y a la navegación con brújula, los monstruos decidieron vivir en las profundidades marinas. Hoy en día, que más o menos sabemos qué cosas hay bajo las aguas, los monstruos son seres de otro planeta que se proponen invadirnos o, más terroríficos todavía, son entidades inmateriales tan temibles como ogros y dragones: la inestabilidad de los precios o el fenómeno de la delincuencia.

Pero hay algo que permaneció inalterable: la constante determinación del hombre a mantener alejado de sí al monstruo y, si molesta, el propósito de asesinarlo. Deportación o exterminio: esta disyuntiva sentenció el futuro de todos los monstruos que se le presentaron a la Humanidad.

Antes de que los hombres comprendieran las causas de los desastres naturales, se creía que inundaciones y terremotos eran provocados por monstruos. En Oriente Medio se achacaban las tormentas de arena a un genio maligno de humo. Y, como puede pronosticarse, los métodos inventados para prevenirlos eran siempre ineficientes y muchas veces ridículos: los esquimales esgrimían cuchillos contra la aurora boreal, para disiparla; los chinos quemaban plumas de ave y bailaban a los sones de un gong para que las aguas del mar se serenaran y así los barcos pudieran zarpar. La mentalidad científica del hombre moderno no innovó mucho al respecto: actualmente ejercitamos nuestros puños para exterminar al monstruo de la delincuencia con mano dura.

“La emoción más antigua y más intensa de la Humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido” decía, acertadísimo, Howard Phillips Lovecraft, un maestro contemporáneo de la literatura de horror, amante de los helados y de los paseos nocturnos por los cementerios. Este informe tiene propósitos preventivos. Los monstruos existen y tenemos que protegernos de ellos. Podemos exterminarlos o comprarnos una coraza, pero mucho mejor nos irá si le quitamos a los monstruos todo lo que tengan de monstruoso, es decir: si los domesticamos y les permitimos vivir con nosotros. Y para lograr esto último el mejor método será perder el miedo y tener el propósito de conocerlos. Porque en el mundo no estamos nosotros y los monstruos. En el mundo no estamos “nosotros” y “los otros”. En el mundo estamos todos.