17.6.06

Esferas.

Alah, el Misericordioso, ha creado siete esferas concéntricas para alojar en ellas siete infiernos. La primera esfera recibió el nombre de Yahannam y contiene seis infiernos aún peores. Allí, en el más superficial de los abismos infernales, los condenados pasan la mayor parte del tiempo durmiendo y soñando vivencias placenteras. Pero, regularmente, un ejército de demonios despierta a los durmientes para atormentarlos. Los más culpables reciben golpes, quemaduras y latigazos. Los menos culpables no reciben ningún castigo físico, pero ven sus sueños interrumpidos por los gritos de los otros y de esa manera conocen con certeza estar viviendo en un infierno. La segunda esfera recibió el nombre de Laza y contiene cinco infiernos aún peores. En Laza, todos los condenados son azotados permanentemente, salvo en los cortos períodos en que los demonios se retiran para descansar. Durante el descanso de los verdugos, los dolores cesan y los réprobos son sumergidos en profundos sueños sin sueños. La tercera esfera recibió el nombre de Yahim y contiene cuatro infiernos aún peores. La única diferencia entre Laza y Yahim consiste en que en este último los infortunados nunca duermen, porque cesados los castigos advienen los sufrimientos de las secuelas. La cuarta esfera recibió el nombre de Sa´ir y contiene tres infiernos aún peores. Los sentenciados a esta esfera reciben castigos continuamente. La cantidad de demonios es tres veces mayor que la de los otros infiernos ya nombrados, para que los ejércitos de castigadores puedan turnarse en la tarea de infligir golpes, quemaduras y heridas cortantes, y, también, para que la presencia de los verdugos sea tan continua como la de las penas. La quinta esfera recibió el nombre de Sakar y contiene dos infiernos aún peores. La particularidad más notoria de esta quinta esfera es la crueldad de sus demonios, quienes gozan castigando a los sufrientes, que sólo son objeto de sus perversos y brutales entretenimientos. La sexta esfera recibió el nombre de Hatamah y contiene un infierno aún peor. En el penúltimo abismo no hay diablos antropomorfos (y tampoco los hay en el último). Allí, el réprobo está destinado a vagar por un lugar semejante a un desierto y a encontrarse con la persona que más amó en la Tierra y que nunca supo que la amó o que, sabiéndolo, lo rechazó. Ahora ella sabe o ella acepta, y quiere vivir a su lado. Pero jamás podrán tocarse, abrazarse o besarse, y muy escasamente podrán mirarse o hablarse, porque ríos de sangre hirviente, avalanchas de nieve, tormentas de arena y huracanes de fuego los separarán constantemente. La séptima esfera recibió el nombre de Hauiyah y no hay en ella, ni fuera de ella, peor infierno. El núcleo de las esferas infernales tiene todos los inconvenientes de una selva: ausencia de caminos, animales feroces, vegetación exuberante y espinosa, insectos agresivos de gran tamaño, frutas, serpientes y arañas venenosas, clima húmedo y caluroso, terreno irregular con ciénagas y hormigueros tan grandes que pueden sepultar en ellos a quien los pise. En ese lugar tan inconfortable, quien ha sido condenado con la mayor rigurosidad no está solo. Lo acompañan los que lo hicieron, o hubieran hecho, más feliz en la Tierra: la persona amada, los parientes y amigos más queridos, los profesores venerados, los artistas admirados, los científicos respetados. Es por eso que el réprobo que ingresa al peor de los infiernos pronto olvida los peligros de la selva y se siente inmensamente feliz, aunque por muy poco tiempo, porque pronto descubre que ellos, sus compañeros, ya no son lo que eran en la Tierra. Han cambiado sus gustos y preocupaciones. Se han vuelto mezquinos, torpes, idiotas. Y la compañía de ellos es tan inevitable como el recuerdo de lo que fueron y la comparación con lo que son.

NOTA SOBRE HATAMAH Y HAUIYAH: Puede suceder que la o las personas que necesariamente acompañan al réprobo en estos infiernos no hayan sido condenadas aún, o estén viviendo en la Tierra, o se encuentren en cualquier otra esfera. En estos casos, Alah fabrica copias exactas de las personas necesitadas y las pone a disposición de los funcionarios de la Administración General de Infiernos, para que el castigo sea posible.

También Alah ha creado una octava esfera que recibió el nombre de Edén. En ella no existen funcionarios ni jerarquías ni lugares peores o mejores. Hay dos formas de alcanzarla: directamente, por haber ejercido la rectitud en todas las conductas terrenas, o indirectamente, después de haber estado en algún infierno el tiempo que Alah considere como suficiente. Pero Edén es una esfera creada para el bienestar de su creador y sus ángeles. Las personas que la alcanzan no tardan en manifestar que no se encuentran a gusto. Entonces Alah les ofrece la posibilidad de volver a la Tierra cruzando un río en cuyas aguas quedarán todos sus recuerdos, toda su experiencia y toda su sabiduría. Hasta hoy, todos han aceptado esa oferta, salvo los recién llegados.