Presentación del número especial sobre la ciudad de San Rocco, serie historietas a editarse por Sacapunta Comics, Rosario, Argentina.
El carácter gregario del ser humano hizo que siempre viviera en grupo. En algún momento de la nebulosa prehistoria, la cultura humana sojuzgó a la naturaleza humana (si es que esta última alguna vez existió), y en los grupos humanos comenzó a perfilarse aquello que los distinguiría de todas las demás especies vivientes:
Nueva York, París, Londres y Nápoles son aristocráticas, un especie de primus inter pares. Roma, Bagdad, El Cairo, Alejandría y Atenas exhiben, orgullosas, su abolengo. De Biblos, Sidón, Tiro, Ur, Babilonia y Lagash queda poco más que el recuerdo de sus gloriosas existencias. Edimburgo, Paraná, Río de Janeiro y Bonn son reinas destronadas. Jerusalén,
Además de reales, también las hay fantásticas, como Ciudad Gótica, Camelot y Lionesse. Estas ciudades invisibles son tan fundamentales como las visibles, porque si Atenas nos enseñó a dialogar y Roma nos enseñó a legislar y a gobernar, Camelot nos enseñó qué cosa es el heroísmo, que quizá sea la única cualidad humana forjada por Occidente.
El hombre surgió en un mundo sin ciudades. De a poco, las inventó, las construyó, y las llenó de Arte, Religión, Filosofía y Ciencia: las cuatro disciplinas que, probablemente, abarquen y comprendan cualquier manifestación cultural. Después pasó a depender de ellas y ya no pudo vivir en un mundo sin ciudades, reales o fantásticas, visibles o invisibles.
Muchas veces, un hombre nos habló de muchas ciudades: Howard Lovecraft nos hizo conocer a Ib: la ciudad traída de
En las páginas que siguen, muchos hombres nos hablarán de una sola ciudad: San Rocco: la ciudad felina, la ciudad leona, la ciudad tigresa: una ciudad llena de gatos y sin pájaros. Bienvenidos a ella.